Para observar la evolución de la administración
pública en México tenemos que remontarnos hasta el año de 1821, el documento en
que me estoy refiriendo mi ensayo me lleva hasta el sexenio del presidente
Ernesto Zedillo Ponce de León, es importante aclarar la importancia de la
administración pública, ya que el progreso y evolución de un país, tiene que
ser ayudado por las dependencias que el mismo gobierno crea, como su definición
señala la dependencia se entiende por “aquella
institución pública subordinada en forma directa al Titular del Poder Ejecutivo
Federal en el ejercicio de sus atribuciones y para el despacho de los negocios
del orden administrativo que tiene encomendados” (Definicion.org)
Ahora veamos la historia de la administración
pública, que data desde el año de 1821 que empezaron con la Secretaria de
Estado y del Despacho de los asuntos públicos, además la de Relaciones
Exteriores e Interiores, secretaria de Guerra y Marina, Secretaria de Hacienda,
y por ultimo La de Justicia y de Negocios Eclesiásticos, es importante
mencionar que esta ultima la de negocios eclesiásticos existía porque a un no
se separaba la iglesia del estado.
Hacia el año de 1853 el señor Lucas Alamán,
convenció a Santa Anna de crear el Ministerio de Fomento, Colonización,
Industria y Comercio, con el solo fin de reactivar la economía en México ya que
estaba totalmente destruida, gracias a las constantes luchas internas, es
importante mencionar que para esa época contábamos con tan solo 10 millones de
habitantes, y teníamos el doble de territorio.
Es importante mencionar al presidente Benito Juárez
ya que tenía muy en cuenta lo que Ocampo escribió en la carta de renuncia “En la administración, una vez que se ha conocido
y fijado el fin los medios son el todo”, y fue de esta manera que Benito
Juárez en la reforma de 1861 se logra restructurar al gobierno Mexicano por
completo, donde se concreta el contenido de la político de la constitución
Liberal de 1857, donde se separa la Iglesia del Estado y se crea el registro
civil.
Pero pasaron sesenta años hasta que el presidente
Venustiano Carranza en 1916 creo el Departamento Administrativo de Contraloría,
en el cual su función era de analizar y organizar como se invertirían el dinero
en las dependencias, para ser mucho más eficientes, la idea en el papel era
buena y se tenía mucha esperanza en aquel departamento, pero para la época no
era posible cumplir ese cometido con el que fue creado el departamento.
Fue hasta el año de 1891 cuando se crea el ministerio
de comunicaciones y obras públicas, lo que ayuda a Porfirio Diaz incentivar la
inversión extranjera y la exportación de recursos naturales de México, en ese
mismo año se separan las funciones de fomento de las de justicia e instrucción pública.
Nacieron la Secretaria de Justicia y se agregó a la
de Instrucción Pública las del fomento de las Bellas Artes, las cuales
funcionaron hasta la renuncia del presidente en 1911.
Venustiano Carranza en 1917 dejo en claro que los
departamentos administrativos debían ser órganos encargados del apoyo técnico y
administrativo y no se tenían que inmiscuir en los asuntos políticos del
Gobierno, fue así como se creó el departamento de la contraloría, el de
abastecimientos Generales y de establecimientos Fabriles y militares. En el año
de 1923 se creó el departamento de Estadística Nacional, bajo la presidencia de
Pascual Ortiz Rubio.
Hacia el año de 1928 el presidente Calles quería
dividir el departamento, y definir claramente las funciones y fue así que creo
el Departamentos Administrativo del Presupuesto, pero solo se ceo en un
documento y nunca se pusieron en práctica, es claro que la historia menciona
directamente a Luis Montes de Oca que el actuó para que se pospusiera la puesta
en marcha de esta secretaria, y fue de este modo que dos años después se
modifica la ley para regresar la dependencia a como anteriormente estaba.
Lo que comprende la década de 1940 fue una época de
inestabilidad social, y de esta manera es cuando se crea “en la ciudad de Guadalajara la Confederación Nacional de
Organizaciones Populares (CNOP) fue creada y se supone que será un símbolo de
la unidad nacional, ya que integra a diferentes sectores de las capas medias de
población.” (periodospresidenciales1940-1970)
En el sexenio de Ruiz Cortines en el año de 1952 se
decidió poner en marcha nuevamente una secretaria que renovara la
administración pública, como en el año de 1928 se tenía planeado, de esta
manera ahora sí se podría lograr este ambicioso proyecto, de esta manera, El
presidente sucesor Adolfo López Mateos en el sexenio de 1958 a 1964, encarga a
Gabino Fraga quien era presidente del instituto de Administración Publica,
elaborar un proyecto de nueva Ley de Secretarias y Departamentos de Estado,
para poder cumplir con la idea que tenía calles en el año de 1928
Es claro observar el por qué se retrasaba este
proyecto y nunca se concretaba, en mi opinión como se tenía el control de mucho
dinero, al ser separadas las funciones, los altos funcionarios perderían ese
control del dinero y de esta manera se comprende el por qué no terminaba de
concretarse la separación de dependencias y funciones.
Como lo menciona (Carrillo Castro) “Antonio
Ortiz Mena, se manifestó en contra de que la dependencia que iba a estar a su
cargo perdiera las facultades para elaborar el presupuesto y logro convencer al
presidente López Mateos de reformar el proyecto de nueva Ley de Secretarias y
Departamentos de Estados, preservando en la de hacienda la elaboración del
presupuesto.”
El presidente Gustavo Díaz Ordaz actuó de una
manera más inteligente y evitando que la descoordinación que se dio en el
sexenio anterior se repitiera nuevamente, “nombro
como subsecretario de la presidencia al hermano del titular de la secretaria de
hacienda, de esta manera surgió la subordinación de Inversión Y Financiamiento” (Carrillo Castro), logrando de esta
manera una mejor coordinación, que se extendió hasta décadas siguientes.
En el año de 1976 en la Ley orgánica de la
Administración Pública Federal, se creó la Secretaria de Programación y
Presupuesto, es donde se puede separar estructuralmente las funciones que
tenían antes la secretaria de Hacienda y Crédito Público.
José López Portillo actuó astutamente y antes de
ser nombrado como presidente le pidió al presidente Luis Echeverria, que
aprobara la Ley Orgánica de la Administración Publica por el congreso, y así
evitarse futuros descalabros como le ocurrió a López Mateos.
Pero seguía la idea de querer separar la secretaria
de hacienda, y fue que en la nueva ley de Secretarias y Departamentos de estado
promovida en el año de 1946 y fue en ese año en que vio nuevamente la luz esa
idea, tomando como nombre de Bienes Nacionales y la de Inspección
Administrativa, su función era igual a la que Venustiano Carranza quería,
diseñar estrategias para mejorar la Administración Pública.
Pero fue hasta el año de 1982 que se pudo
fundamentar y ver los frutos, ya que el presidente Miguel de la Madrid, fue el
que promovió la reforma a la Ley Organiza de la Administración Publica Federal,
para que naciera la secretaria de la Contraloría General de la Federación, de
igual manera su misión de esta secretaria era de diseñar estrategias para modernizar
las dependencias de la administración pública.
Con la administración de Carlos Salinas, que
comprende de 1988 a 1994, desaparece nuevamente la Secretaria de Programación y
Presupuesto y es absorbida por la Secretaria de Hacienda Y Crédito Público, es
de esta manera que se crea la Secretaria de Desarrollo Social, se elimina la
coordinación General de Estudios Administrativos de la Presidencia de la
Republica, y la labor que tenía esta secretaria queda a cargo a la secretaria
de hacienda y crédito Publico
En el Sexenio de Ernesto Zedillo que comprende de
1994 al año 2000 se realizaron varios cambios importantes, se crea la
secretaria del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, se le cambio el
nombre a la secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos para llamarse
Agricultura, Ganadería y Desarrollo rural, se creó la Consejería Jurídica del
ejecutivo Federal, donde se desprendieron de la PGR.
Conclusión
La historia de la Administración Pública Mexicana
está llena de altibajos, la visión de los presidentes en sus sexenios, es buena
porque se puede observar cómo se tiene la esperanza de ser eficientes en su
desempeño y que funcionen las diferentes dependencias, es importante mencionar
como nunca se concretó una secretaria que diera una renovación a las diferentes
secretarias, el cual comprende de la década de 1920 hasta la década de 1980, es
importante ver como son dos generaciones, en mi opinión esto se de vio a que en
esa época aun existían intereses particulares, que si se realizaban cambios estructurales,
afectaría a los altos funcionarios que estaban en el cargo de esos
departamentos tan importantes, pero eran necesarios dividir, a lo cual los
presidentes no lograban dividir, pero gracias a la unidad política del PRI en
el año de 1976 se logra realizar la separación de la secretaria que daría
eficiencia a las dependencias del país.
Fuentes Bibliográficas:
Dr. Alejandro Carrillo Castro. (Desconocido).
Génesis y evolución de la administración pública centralizada. UNAM. Recuperado
de https://goo.gl/cPYMQx
Romero, A. (2011). periodospresidenciales1940-1970.
Octubre 6, 2017, de blogspot Sitio web: https://goo.gl/bHYPrG
Por diversas circunstancias, esta
batalla fue la más importante de la revolución mexicana en su periodo
constitucionalista, tanto por los efectivos que participaron, cuyo número
oscilo entre los 40 y los 50 mil hombres; por las bocas de fuego de su
artillería; por las medidas estratégicas que se tomaron por ambos mandos, y por
el número de víctimas que causo y que ascendieron, en término medio a 12 mil
muertos.
Desde el punto de vista político, prácticamente los campos de batalla de
Zacatecas se convirtieron en la tumba del régimen espurio de victoriano Huerta,
y marcaron el fin de una administración que se distinguió por el modo en que se
atropellaron todos los derechos del ciudadano mexicano.
23 de junio, al amanecer el general Olea quien lo dice, fui
despertado por el incesante tronar de los cañones de la Bufa y el Grillo; eran
como las cinco y media cuando
me dirigí al Grillo, pasando antes por la estación donde recibí un mensaje del
general Medina Barrón que me decía fuera a detener la retirada de Argumedo en
Santa Clara, pues dicho general no obedecía órdenes. Mandé inmediatamente uno
de mis ayudantes a que lo hiciera estarse en sus posiciones, pero ya era
inútil; el enemigo, en número muchísimo mayor, se le echaba materialmente
encima.
Seguí violentamente hasta el Grillo, en donde
observé que todos nuestros fuertes estaban seriamente atacados por numerosas
fuerzas enemigas... Nuestras baterías de la Bufa y del Grillo se empeñaban en
ametrallar las grandes masas de hombres que se acercaban cada vez más a Santa
Clara y que arrollaban a los soldados de Argumedo, que no pudiendo resistir se
retiraban poco a poco, unos por la cañada que va a la plaza y otros por las
veredas que van a la Bufa.
El enemigo ocupó esta posición y rompió un
intensísimo fuego sobre la Sierpe y el Grillo, contestandoles en igual forma.
Las fuerzas de Argumedo fueron casi aniquiladas.
Más tranquilos, los jefes revolucionarios se
aprestaban para el ataque. Felipe Ángeles refiere: "Despertamos tarde; me
afeité, me bañé y cambié de ropa interior; nos desayunamos, montamos a caballo.
Fuimos a ver al general Ceniceros para señalarle su
misión en el combate. El y Gonzalitos tomarían el cerro de la tierra negra,
vecino de la Bufa, bajo el amparo del fuego de las bate-rías de Saavedra. Raúl
Madero tomaría el cerro de la tierra colorada (el de Loreto), bajo el amparo de
las baterías de Jurado, al mismo tiempo que atacarían por la derecha las tropas
que vendrían con el general Villa.“Dejamos los caballos al abrigo de las balas,
y pie a tierra avanzamos a las ruinas de la mina de La Plata. Nuestra
artillería había desaparecido de sus posiciones primitivas para tomar otras
invisibles y muy próximas al enemigo; tres baterías (el grupo de Jurado), fueron
colocadas dentro de los corralones de las ruinas de la mina de la Plata; una de
Saavedra, próxima a esas ruinas, sobre el llano, pero detrás de la cresta de
una pequeñísima eminencia y frente a la Bufa; otra en la extrema izquierda,
también frente a la Bufa y bien cubierta, detrás de una cresta; la tercera
batería del grupo de Saavedra continuaba en elcerro alto de Vetagrande.
Toda la artillería revolucionaria en apoyo a su
infantería "El enemigo debe haberse sorprendido de la desaparición de
nuestras baterías, emplazadas dos días sin combatir; su cañón callaba, pero las
balas de fusil silbaban como mosquitos veloces de vuelo rectilíneo" A las
diez debía comenzar la batalla todos en sus puestos y a empezar a las diez en
punto. Por allá, en la dirección de Hacienda Nueva, se oyó el primer tiroteo.
Ahí venía el general Villa. "Los veinticuatro cañones próximos, emplazados
entre Vetagrande y Zacatecas, tronaron. Las entrañas de las montañas parecieron
desgarrarse mil veces por efecto del eco. Y las tropas de infantería avanzaron
sobre el monte esmeralda que cubría las lomas. Por el lado de San Antonio, allá
por la alta meseta, y por la Villa de Guadalupe, tronaban también cañones y
fusiles, y silbaban millares de proyectiles; las montañas todas prolongaban las
detonaciones.
De Zacatecas, del Grillo, de la Bufa, del cerro de
Clérigos y de todas las posiciones federales tronaban también las armas
intensificando aquel épico concierto. "El ataque general se inició a las
10 horas de la mañana, comenta el general Abraham Oros, destacando el empleo
estratégico de la artillería, avanzando la infantería apoyada por la artillería
villista, de tal manera que ésta logró llegar a las trincheras enemigas sin que
la infanterí federal pudiese reaccionar ofensite. Toda la artillería
revolucionaria se dedicó a apoyo de la infantería sin designarse misiones de
contra artillería, en tanto que la artillería federal contestaba el fuego
intentando desorganizar el avance de la infantería villista y tratando de
acallar a la artillería del general Felipe Angeles. El fuego revolucionario
protegía el avance de sus infantes a manera de barrera rodante mientras la
infantería federal permanecía oculta y sin poder hacer uso de sus armas.
En su primer ataque, efectuado a espaldas de la
bufa, los revolucionarios lograron tomar en breves minutos la primera de las
posiciones federales que caerían en ese día. Esta referencia nos la dan los
generales Cervantes y Angeles. Mucho antes de las diez de la mañana, la
infantería de los primeros puestos entablaba la con versación del fuego con el
adversario, y la artillería enemiga desde el Grillo y la Bufa lanzaba por
encima de nosotros a una caballería que se descubría, avanzando a sus
posiciones, la andanada rugiente de sus shrapnels. Momentos antes de las diez
de la mañana la infantería, impaciente, rompe y arrecia el fuego de sus
fusiles; y a las diez en punto, primero irregularmente, después en conjunto,
nuestra artillería comienza a resonar. El punto principal a donde dirige sus
fuegos es el cerro colorado de Loreto, que bate para proteger el asalto de la
infantería.
Esta avanza valientemente, desaloja al enemigo de la trinchera de la
falda de dicho cerro, aguarda el nuevo efecto de nuestra artillería que no se
hace esperar logrando alejar a los hombres en la cúspide y pronto, con los
primeros dragones que siguen al abanderado, éste hace erguir la enseña tricolor
que ondea alegremente sobre el fortín del cerro de Loreto, primera posición
importante arrebatada al enemigo. Al iniciarse este asalto, el valiente y joven
general Trinidad Rodríguez perdió la vida. La toma de Loreto tardo 25 minutos.
Las granadas enemigas comenzaban a explotar en nuestra dirección, pero
muy altas y muy largas... Otras caían detrás de nosotros, tal vez tiradas sobre
la más próxima batería de Saavedra...; zumbaban y estallaban en el aire
lanzando su haz de balas, o rebotaban con golpe seco y estallaban después,
lanzando de frente sus balas y de lado las piedras y tierra del suelo: era
aquél un huracán trágico y aterrador. “Volví a mi observatorio primitivo desde
donde percibía el efecto de las baterías que batían el cerro de la tierra
colorada: el cerro de Loreto. Quizá allá en la tierra colorada removida
nuestras granadas soplarían también su huracán trágico; pero vistas por nosotros
causaban una impresión de regocijo, aunque (después de los primeros minutos)
parecía que caían sobre parapetos y trincheras abandonadas, porque los puntitos
negros que primero se agitaban sobre la roja tierra ya habían desaparecido. “i
Mire usted a los nuestros, ¡qué cerca están ya del enemigo! Vea usted, la
banderita nuestra es la más adelantada...
Las piezas alargaron su tiro, y nuestros infantes se lanzaron al ataque
precipitadamente. La banderita tricolor flameó airosa en la posición
conquistada. Eran las diez y veinticinco minutos de la mañana continuando la
ofensiva revolucionaria cuando el cerro de Loreto ya es nuestro, la lucha se
singulariza en el cerro de la Sierpe. El general Angeles ordena que la
artillería avance y ocurre, al galope, al teatro de este nuevo pasaje épico.
Poco después, a medio camino, se encuentra al señor general Villa que venía
también al galope en busca del general Angeles..., se saludan los dos jefes y
dialogan; el general Villa preguntan do por la artillería para desalojar al
enemigo de la Sierpe y el general Angeles asegurándole que ya había ordenado
que aquélla avanzara.
Para las 11 horas, las fuerzas revolucionarias en el cerro de Loreto
iniciaron su ataque sobre la Sierpe al mismo tiempo que se reunían los
generales Villa y Angeles con sus respectivos estados mayores, lo cual atrajo
el fuego enemigo sin consecuencias, ordenando el general Villa que la
artillería cambiara de emplazamiento para obtener mejor apoyo a las tropas de
primer escalón, traslado que ya había ordenado el general Angeles, mientras en
el resto del frente los villistas obtenían éxitos de significación. "Era
llegado el momento de cambiar de posición, hacer el reconocimiento y decidir
nuevo emplazamiento del grupo de baterías de Jurado. Encontramos al general
Villa; venía en su poderoso alazán requiriendo la artillería para establecerla
en Loreto.
En Loreto la lluvia de balas era copiosa, ¿de dónde
venía? iQuién sabe!, tal vez de todas partes; pero no se pensaba en tirar sobre
ese enemigo misterioso; toda la atención se concretaba en apoyar el ataque de
la infantería del general Servín que ascendía por los flancos de la elevada
Sierpe y a punto de ser rechazada. Todas nuestras tropas de Loreto tiraban
sobre la cima de la Sierpe, sin que la ayuda a Servín pareciera eficaz.
El general Villa hizo colocar una ametralladora que
abrió su fuego también sobre la Sierpe, sin que tampoco ella facilitara el
avance de Servín.
Por fin llegó un cañón y luego otros, al mando de
Durón. El primer cañonazo resonó alegremente en los oídos nuestros y muy
desagradablemente en los de los defensores de la Sierpe... y al cabo de quince
minutos el enemigo comenzó a evacuar la posición; nuestra banderita tricolor
flameó en la cima...
Y como ésta domina el Grillo, su toma fue el
segundo paso para la conquista de la más fuerte posición del enemigo. Los
cañones serían utilizados en la misma posición para tirar hacia el Grillo;
había que pasarlos al frente en un o limitado hacia el enemigo en una de las
casas eran utilizables como cañoneras. Pero de ese lado de las casas soplaba un
huracán de muerte; las balitas de fusil zumbaban rápidas y las granadas
estallaban estruendosamente.
Pocos cuerpos se quedaban erguidos, pocas frentes
se conservaban altas o por un muro en arco de círculo que tenía haber
"Detrás de las casas había un amontonamiento desordenado de soldados, de
caballos, de carruajes, de artillería con los tiros pegados, pero sin
sirvientes ni oficiales.
Costó mucho trabajo conseguir que reaparecieran los
tenistas y los oficiales y que éstos condujeran los cañones al patio de que se
ha hecho mención, pasando por un camino estrecho, muy visible del enemigo y
perfectamente batido por su artillería. Menester fue hacer uso del revólver y
revestirse de la más feroz energía.
"Bajo el mismo impulso que movió la artillería
avanzó también la parte de nuestra infantería que se había rezagado; avanzó con
el dorso encorvado y quiso ponerse al abrigo del muro circular de donde la
empujamos hacia el enemigo, mostrándole el ejemplo del resto de la infantería
nuestra que se batía mil metros adelante. Era interesantísimo el seudo avance
de esa nuestra infantería rezagada: parecía que soplaba delante de ellos un
viento formidable, que muy a su pesar oblicuaba su marcha y la hacía retroceder
cuando quería avanzar.
¡Queridos soldados del pueblo, obligados por deber
a ser heroicos, cuando sus almas tiemblan y sus piernas flaquean!"' El
general Felipe Ángeles formula un balance de los resultados de la campaña,
particularmente respecto del empleo de la artillería que marcha tacto de codos
con la infantería para apoyar su avance, neutralizando a las infanterías
enemigas: En el desarrollo de la acción, qué corrección y qué armonía en la
colaboración de la infantería y la artillería. La artillería obrando en masa y
con el casi exclusivo objeto de batir y neutralizar las tropas de la posición
que deseaba conquistar la infantería, pues apenas si se empleaba una batería
como contrabatería, y la infantería marchando resueltamente sobre la posición cuando
la neutralización se realizaba.
¡Qué satisfacción la de haber conseguido esta liga
de las armas, apenas iniciada en San Pedro de las Colonias con Madero y Aguirre
Benavides después del desconcierto de Torreón, ganada a fuerza de tenacidad y
bravura! ¡Y haberla realizado con tanta perfección, al grado de que todo el
mundo sienta la necesidad de esa cooperación armónica!"
Martín Luis Guzmán pone en boca de Pancho Villa los
conceptos que vierte en estas palabras "Al fuego nuestro contestaban desde
la Bufa y el Grillo las piezas enemigas, aunque sin logro para su ánimo de
parar nuestro avance, pues se desbarataba la infantería de ellos bajo los
fuegos de nuestros cañones que sus baterías buscaban acallar, y la infantería
nuestra, protegida de aquel modo, adelantaba en su ataque, y ya estaba encima
de las posiciones enemigas cuando acudían ellos a contenerla. Y eso mismo se
volvía a hacer y luego otra vez.
Quiero decir que las granadas de nuestros cañones
iban estallando siempre por delante de nosotros, según avanzábamos, con lo que
nos barrían de embarazos el campo, o nos lo preparaban... Aquel enemigo no
entendía, o no apreciaba, la mucha pericia nuestra en el empleo de los cañones.
Porque ellos tenían los suyos encaramados en tan altas posiciones que no
conseguían disparar contra los hombres nuestros que avanzaban, sino sólo hacia
nuestra retaguardia, donde tronaba nuestra artillería, o más allá"
Hasta estos momentos, las huestes revolucionarias avanzan, pero
trabajosamente y a costa de numerosas bajas. Angeles atiende las indicaciones
de Villa, comisiona a Cervantes y envía órdenes a sus artilleros, atiende
peticiones de Raúl Madero, y está al pendiente, ahí donde se atacan los objetivos
inmediatos.
"El general Raúl Madero pedía tropas frescas
para lanzarlas al asalto del Grillo... Por seguir el ataque en la dirección del
Grillo, casi desde el principio me vi precisado a abandonar mis baterías que
atacaban en dirección de la Bufa "Envié al capitán Quiroz la orden de que
abandonara el cerro alto de Vetagrande y se trasladara al Grillo. Creí seguro
que mientras tardaba Quiroz en trasladarse, el Grillo caería en nuestro
poder... Todo iba bien por aquel lado; la colina de la tierra negra fue tomada
desde luego y ahora sus soldados se batían con los de la Bufa.
Mandé avanzar una de las baterías de Saavedra a la
colina que está a la espalda de la tierra negra, desde donde se veían
admirablemente Zacatecas, la Bufa y el camino de Zacatecas a Guadalupe.
"Algunos simpatizadores de la Revolución.
Demasiado curiosos, sin Llegar a cuatro, nos aventuramos antes de las once del
día con dirección al centro de la ciudad. ¡Después de nosotros, ni un civil
transitaba sus calles...Triste aspecto aquél de una población sin moradores! "Curiosos,
inexpertos y simpatizadores de la Revolución nos mirábamos unos a otros,
tratando, sin conseguirlo, de darnos cierta importancia, sobre todo cuando
pasaban cerca de nosotros algunos grupos de soldados rezagados y oficiales,
ebrios de aguardiente y de pavor.
"Un espectáculo impresionante pudimos ver
desde luego: las escalinatas de un templo llamado La Santa Escuela estaban
llenas de velas encendidas, asemejando así un altar de creyentes en plena vía
pública, y un puñado de sufridas soldaderas, hijas del pueblo, oraba por la
vida en peligro de sus juanes.
Unas lo hacían de pie y otras de rodillas. Un acto
más que severo nos pareció aquel hecho. Sentimos por él absoluto respeto y
siguiendo nuestro camino no intentamos la más leve interrupción. "La
tempestad de proyectiles arreciaba cada vez más, y las escuelas oficiales,
convertidas en hospitales de sangre, empezaban a recibir heridos provenientes
de los puestos avanzados o de combate."
Porque en los cerros las acciones bélicas continuaban. "Por allá
lejos-dice Ángeles- del otro lado de Zacatecas, entre la Bufa y el Grillo, se
veían tropas, seguramente nuestras, que se habían apoderado de una casa blanca
y de un gran corralón adjunto. Probablemente eran las tropas de Herrera, Chao y
Ortega. Cerca de nosotros había unos infantes rezagados, de esos que siempre
tienen pretexto para quedarse atrás "La batería de Saavedra se emplazó en
la nueva posición y abrió fuego sobre la Bufa." Con la apreciación
particular derivada de haber sido oficial federal, Ignacio Muñoz opina sobre la
que considera causa de la derrota del ejército huertista. Sin duda, la victoria
revolucionaria se produjo básicamente por factores de tipo militar; no
obstante, su testimonio merece consignarse porque los hechos que expone
influyeron en el desarrollo de los acontecimientos
"Pero la verdad, la terrible
verdad-relata es que la plaza de Zacatecas cayó porque el alto mando dispuso
torpemente que fueran distribuidas entre las tropas de las trincheras
centenares de cajas de tequila, mezcal y otras bebidas fuertes, producto del
desenfrenado saqueo a que se dedicaron el día 21 los colorados de Argumedo y
Rojas.
Llegaban las cajas a las trincheras, las abrían los
soldados a culatazos, y rompiendo la boca de las botellas contra las piedras
apurabarn febrilmente el contenido, ávidos de embriagarse. Se adujo como razón
que era necesario levantar el ánimo de nuestras tropas "En el fortín Cinco
Hermanos que yo mandaba entregaron veinte cajas de aguardiente. Ordené que las
abrieran contra las piedras de nuestro parapeto.
Los soldados me veían con disgusto Esta era otra consecuencia de la
descabellada disposición del alto mando. Los oficiales del ejército federal
teníamos que luchar contra el absurdo criterio del jefe, la rebeldía de
nuestras tropas y el furor de nuestros adversarios. Las tropas de la federación
habían perdido la mayoría de sus posiciones estratégicas en las montañas
circundantes de la codiciada plaza y, como consecuencia, la lucha se iba acercando
a los barrios de la capital.
"Ni la nariz podían asomar los curiosos
encerrados en sus residencias para ver algo de lo que estaba ocurriendo, a
menos de exponerse a recibir una bala, cuya abundancia al caer la tarde era
incalculable.
En los improvisados hospitales se desarrollaban muy penosas escenas pues
los heridos, soldados y oficiales del ejército federal, temerosos de ser
rematados por los triunfadores prontos, trataban de abandonar sus camas,
encarándose resueltamente con los médicos y enfermeras, éstas últimas también
improvisadas.
Los combates callejeros daban comienzo. A las doce
treinta -precisa el general Antonio Olea- vi flotar en la cúspide de la Sierpe una
bandera tricolor y bajar como a ochenta supervivientes de esa posición que se
replegaban a nuestras posiciones. La Sierpe había caído en poder del enemigo,
aniquilando a la escasa fuerza que tenía.
Ordené que nuestra artillería batiera a la Sierpe, pero me informaron
que las municiones se habían agotado... En vista de que la artillería era ya
inútil en la posición, ordené fuera bajada a la plaza...
Como consecuencia, pasadas las doce del día fueron
cayendo las posiciones de la Pila, el Grillo y los suburbios del norte de la
ciudad. La última fase del combate se desarrolló dentro de la ciudad. Desde las
doce del día, infernal ruido se escuchaba, aumentado a cada momento por el
horrible estallido de las bombas de mano, el tableteo de las ametralladoras, y
la incesante detonación de la fusilería... El siniestro silbar de las balas era
permanente y sobresalían los gritos de ¡Viva Villa, hijos de la chingada!
'Entretanto, la artillería hacía certeros disparos
sobre la Bufa, que ya no respondía. La gente
de ahí se ponía en movimiento y nuestra infantería iniciaba el acceso al cerro.
La gente del sur arreciaba en su empuje; el enemigo huía en carrera
desenfrenada hacia la ciudad y los ocupantes del Grillo bajaban a encontrarlos.
Finalmente, el enemigo huía de la Bufa hacia el
camino de Guadalupe. El fuego de la artillería había cesado, pero escuchábamos
nutrido tiroteo y descargas cerradas en la ciudad misma.
¡Nuestras tropas entraban a sangre y fuego en
Zacatecas!
"Por el camino reclutamos algunos dispersos y,
con las armas listas para cualquier evento, penetramos a las siete de la tarde
a la ciudad todavía alumbrada por los últimos resplandores del sol de un
magnífico día de verano. La gente del barrio extremo se asomaba aún temerosas
por puertas y ventanas. Pero hacia el centro de la ciudad, donde se escuchaban
gritos, tiros, descargas y dianas, la confusión era completa: diez mil hombres,
por lo menos, invadían de súbito una ciudad desconocida, cuyas casas tenían
puertas y ventanas herméticamente cerradas.
Olía a
pólvora y a carne humana.
A gran distancia se percibían los clarines rebeldes que ordenaban cese al Fuego, cuando una
formidable explosión sacudió bruscamente a toda la ciudad. Los federales habían
convertido en cuartel de modo especial en depósito de armas, parque y granadas
para cañón el Palacio Federal, edificio de cantera labrada de la época colonial
y ubicado en el centro de la población, inmediato a la Casa de La Moneda...
Dicho edificio fue volado por los mismos federales, causando muchas víctimas
entre ambos contendientes, así como muy graves daños materiales en las
construcciones vecinas.
"Los balcones de hierro forjado de la casona colonial fueron a
incrustarse en la papelería del señor Nazario Espinosa de la acera de enfrente,
y los cristales emplomados del teatro Calderón estallaron, haciéndose añicos, a
resultas de la tremenda sacudida terrestre.
“Los clarines continuaban dando su orden, sólo que ahora más de cerca y
con una mayor insistencia; pero los disparos, ya de júbilo, seguían en todas
direcciones. "Regresé a unirme con mis ayudantes y vi la cima del Grillo
llena ya de infantes nuestros que descendían de derecha a izquierda sobre
Zacatecas y también vi que empezaban a entrar tropas nuestras a la Bufa, por la
izquierda.
"Ahora, pensé, ya no falta más que la parte final,
muy desagradable, de la entrada a la ciudad conquistada, de la muerte de los
rezagados enemigos, que se van de este mundo llenos de espanto.
"Eran las seis horas cuarenta y cinco minutos de la tarde; la
temperatura era deliciosa; el sol de la gloria, ese día 23 de junio, moría
apaciblemente.
"Los federales que, desplazados de sus
posiciones, se iban concentrando en la ciudad, pronto se dieron cuenta de que
estaban rodeados de enemigos y eran rechazados con enormes pérdidas cada vez
que intentaban forzar la salida por distintos rumbos; su número aumentaba al
mismo tiempo que se reducía su campo de acción, por lo que aquel denso grupo se
volvía progresivamente más vulnerable tanto a las cargas de los atacantes como
a los efectos de un pavor colectico y contagioso.
Así lo apreció el general Olea al dirigirse a las
calles de la ciudad para encontrarse con esa multitud ingobernable a la que le
resultó imposible controlar "Bajamos con los regimientos tercero y
veinticinco que habían sufrido pocas bajas.
Serían como cuatrocientos hombres; llegamos a tres
cuadras de la estación, encontrando en una plazoleta alargada, en gran
confusión, como seiscientos hombres que habían bajado de los diferentes fuertes
y atacados por los villistas posesionados de las azoteas y calles adyacentes,
los estaban diezmando.
Por más esfuerzos que hicimos no pudimos lograr que
hicieran frente al enemigo, pues se había apoderado el pánico de ellos; y
acosados por todos lados, en un momento de desesperación, se precipitaron por
una callejuela estrecha y en pendiente que conducía a la Bufa arrastrándonos a
todos. Y en masa compacta nos llevaron hasta el cruzamiento del camino de la
Bufa y el que conduce a Guadalupe.
Los destrozos de los proyectiles enemigos deben haber sido espantosos.
En este lugar hicimos alto El caos en que se desenvolvian los federales era
observado con alborozo por los revolucionarios desde sus puestos elevados,
seguros del desenlace fatal de la batalla. Por eso, Angeles pudo exclamar con
euforia.
La lucha tenía un aspecto completo de victoria
próxima; la Bufa y el Grillo hacían débil resistencia... Por todos lados
nuestras tropas circundaban al enemigo y lo estrechaban más y más... ¿Por dónde
intentará salir? ...Veíamos mucha tropa en el camino de Zacatecas a Guadalupe y
nos alegraba verla tan distintamente. "A medida que el tiempo transcurría
se veían más soldados, más agrupados y como si trataran de formarse. Luego
percibimos una línea delgada de infantería que precedía a los jinetes, estando
estos últimos formados en columna densa; ¿qué intentaban? ¿acaso una salida?; pero
¿en ese orden?
"Los vimos avanzar hacia Guadalupe; después retroceder
desorganizados, sin distinguir bien a la tropa nuestra que los rechazaba. En
seguida se movieron hacia Jerez y retrocedieron. Intentaron después
salir por Vetagrande, del lado en donde estábamos y mandamos a los
infantes rezagados que estaban con nosotros a cazarlos. 'No tengan miedo, les
dije, no han de combatir, van ya de huída, no se trata más que de exterminarlos'.
Volvieron a retroceder
"Finalmente nos pareció ver que hacían un último esfuerzo,
desesperado, para lograr salir por donde primero lo intentaron, por Guadalupe.
Y presenciamos la más completa desorganización.
No los veíamos caer, pero lo adivinábamos. Lo
confieso sin rubor, los veía aniquilar en el colmo del regocijo; porque miraba
las cosas bajo el punto de vista artístico, del éxito de la labor hecha, de la
obra maestra terminada. Y mandé decir al general Villa: 'Ya ganamos,
mi general " Y efectivamente, ya la batalla podía darse por terminada, aunque
faltaran muchos tiros por dispararse "Por el sur, del lado de los
generales Herrera, Chao y Ortega, allá en la casa blanca con su corralón
inmenso, se veían los resplandores de los fogonazos del cañón como cardillos de
espejos diminutos.
Del Grillo empezaban a descender poco a poco los puntitos negros, rumbo
a la ciudad. "Abajo de nosotros, a orillas del camino de Vetagrande, vimos
una presa de agua azul, muy limpia, al borde de unas casitas tranquilas. Fuimos
a visitarlas a pie, de paseo; la batalla ya no nos inquietaba."
La seguridad que Angeles tenía ya acerca del resultado final favorable
para la causa revolucionaria, en vista de la situación correlativa de los
contendientes, le permitía desentenderse por unos momentos de la atención a las
acciones bélicas y dedicarse a pasear sosegadamente. aún en plena batalla.
Desde su punto de observación, los revolucionarios
pueden darse cuenta de que, por el rumbo del norte, "no obstante los
desesperados esfuerzos desplegados por los ciudadanos jefes y oficiales para
hacer entrar al combate a sus hombres, no les fue posible sostenerse un minuto
más..., aquellas masas de tropas huían atropelladamente a través de las calles
del centro de la población buscando únicamente la salida para la calzada de
Guadalupe; sólo contados elementos entre jefes, oficiales y clases hacían una
débil resistencia, puesto que disparaban sus armas al azar durante su
desastrosa retirada. La evacuación de la plaza se llevó a efecto en forma por
demás desordenada y tumultuosa, puesto que los federales arrojaban armas y
equipo durante el trayecto "Por nuestra parte, los efectivos al mando de los
generales Pánfilo Natera y Domingo Arrieta, al observar la avalancha de tropas
de la federación que huía y se dispersaba a lo largo del cañón de Guadalupe, se
entusiasmaron de tal manera que materialmente se abalanzaron sobre los
fugitivos, los cuales al mismo tiempo eran diezmados por el fuego de las
ametralladoras emplazadas en el panteón nuevo, el cerro del Refugio y las lomas
del Sauz..."
Huyendo de la ciudad los federales, "para las seis de la tarde el
combate se había generalizado sobre todo en el cañón de Guadalupe cuya calzada
se encontraba casi materialmente cubierta de cadáveres de hombres y caballos porque
aquello era una horrible carnicería, cuyo pavoroso aspecto era digno de algo
sobrenatural, puesto que la gente que lograba huir de la calzada para tomar los
llanos y laderas fueron a perecer entre los cerros del Mezteño y Matapulgas...;
también el número de prisioneros era numerosísimo..., no nos dábamos abasto
para capturarlos y custodiarlos, al grado de que permanecían en el campo bajo
su palabra de honor de no fugarse "Todo el resto de la tarde del 23 de
junio, toda la noche y aún al día siguiente, todavía se estaban concentrando
prisioneros..., el 24 de junio efectuamos un recorrido por la calzada de
Guadalupe y sus alrededores, nos dimos cuenta exacta de la magnitud de
tan catastrófica derrota que
jamás hubieran sufrido las tropas federales por quematerialmente
se encontraban encimados los cadáveres de hombres y caballos...: calculamos que
únicamente en hombres había ahí tendidos más de 4,000."
Según cálculos de Terrones Benítez, "hacierdo un resumen aproximado
sobre las bajas sufridas... resultó que al enemigo se le causaron 6,690
muertos, 2, 137 heridos..., más 4,190 prisioneros. Total... que
entre dispersos y elementos que lograron escapar llegaban únicamente a la suma
de 1,783 hombres más o menos.
"La acumulación de nuestros soldados -observa Ángeles-hacía
por todas partes intransitables las calles de la ciudad."
¡Oh, el camino de Zacatecas a Guadalupe! Una ternura
infinita me oprimía el corazón; lo que la víspera me causó tanto regocijo como indicio
inequívoco de triunfo, ahora me conmovía hondamente. Los siete kilómetros de
carretera entre Zacatecas y Guadalupe, y las regiones próximas de uno y otro
lado de esa carretera estaban llenas de cadáveres, al grado de imposibilitar al
principio el tránsito de carruajes.
Los cadáveres ahí tendidos eran, por lo menos, los
ocho décimos de los federales muertos el día anterior en todo el campo de
batalla. ¡ Y pensar que la mayor parte de esos muertos fueron cogidos de leva
por ser enemigos de Huerta y, por ende, amigos nuestros!" La guerra, para nosotros los oficiales llena de encantos, producía
infinidad de penas y de desgracias; pero cada quien debe verla según su oficio.
Lo que para unos es una calamidad, para los otros es un arte grandioso.
Reginald Kann, corresponsal de l'Ilustration Française comenta, a
propósito de la fama que tiene la ciudad de Zacatecas de albergar una plaza
inexpugnable, para darnos a conocer sus propias conclusiones que difieren del
criterio general:
Desde mi llegada a México había oído hablar de Zacatecas
como un lugar casi inexpugnable
A primera vista esto es cierto, pero un examen atento permite constatar la
existencia de un gran número de puntos débiles. El defecto más importante de
esta llamada fortaleza natural es su dimensión exagerada. Las líneas se
extienden sobre una veintena de kilómetros, exigiendo para una resistencia
eficaz un enorme ejército apoyado por una reserva capaz de reforzar los puntos
más amenazados y contra atacar en el momento oportuno...
En segundo lugar, los principales puntos de apoyo
se encontraban demasiado lejos los unos
de los otros para prestarse auxilio. Cada uno debía defenderse con sus propios
medios. En fin, la retirada no era posible más que por un solo camino
utilizando la cañada que desemboca en Guadalupe. Así,Zacatecas,
lejos de constituir una ciudadela inexpugnable, presenta la fisonomía de una
ratonera de las más peligrosas.
"Así termina -reporta Reginald Kann- en menos de ocho horas, este
hecho sangriento que se parece menos a las batallas modernas que a las de la
antigüedad. Como ellas, presenta dos fases diferentes: proelium, el combate, y
caedes, la matanza. El ejército del general Medina Barrón no existía ya;
después de la victoria un oficial del estado mayor hacía notar que le será
imposible reorganizarlo. 'Al contrario, nada es más fácil replicaba irónico el
general Villa; le bastará encabezarlo con nuevos oficiales y conseguir nuevas
tropas'.
"Una noche de cielo estrellado, pero oscura,
permitía apenas descubrir a cada paso cadáveres de los que nuestros caballos se
apartaban con espanto.Los hombres que no habían encontrado alojamiento se
acostaban en las bancas de los jardines. En el portal de la plaza Independencia
gran número de ellos dormía a pierna suelta alternando con los cadáveres de los
vencidos que dormían el sueño eterno.La vida y la muerte se dan la mano en sueño
macabro la noche de la victoria, alumbrada tenuemente por la luz de las
estrellas cintilantes.
Los vencedores, embriagados con la victoria después de la lucha,
llamaban a las puertas con fuertes golpes de culata, disparaban hacia las
ventanas y rompían las vidrieras. Los alambres telegráficos y telefónicos
yacían por tierra, estorbando el paso. Diversos grupos de hombres se disputaban
y arrastraban por las calles los carruajes que habían encontrado o acababan de
extraer de las cocheras: era el avance de carruajes. Algunas tiendas eran
saqueadas, además, por vencedores que al día siguiente habrían de pagar el robo
con la vida (hubo sesenta ejecuciones por saqueo)."
Con la euforia del triunfo, "el día 24 de
junio... a las 10 de la mañana, hicieron su entrada triunfal en Zacatecas los
ciudadanos generales Francisco Villa, Felipe Ángeles, Maclovio Herrera...,
siendo vitoreados por el pueblo zacatecano al igual que el primer jefe don
Venustiano Carranza y el general Natera…
"Es completamente falso que los villistas, al apoderarse de la
ciudad de Zacatecas, hayan obligado a los ricos' a barrer las calles... por la
sencilla razón de que los verdaderamente ricos salieron de la ciudad muy a
tiempo.
Los que barrieron las calles de Zacatecas fueron
cerca de cincuenta personas, muchas de ellas pobres y las demás de clase media,
acusadas de antirrevolucionarias o de huertistas. "Además, un grupo de
estudiantes del Instituto de Ciencias denunciado como enemigos de la Revolución
por uno de sus propios condiscípulos como venganza escolar, de los cuales sólo
a cinco lograron aprehender. -Mi hermano Luis y yo, refiere el licenciado
Rafael Enciso Álvarez, del grupito de cinco, los otros tres fueron José
Aguilera, estudiante completamente inofensivo, y los hermanos Enrique y
Dionisio García, que eran muy pobres.
Fuente: Candelas Villalba (1989) La Batalla de Zacatecas